Es necesario aclarar que no todo problema es un conflicto, lo es cuando dos o más partes perciben la existencia de otras partes incompatibles con las propias.
Este modelo se desarrola en 5 fases:
FASE 1. Aproximación
La evaluación del conflicto. Se trata de conocer lo mejor posible la relación entre las partes del conflicto y preveer la evolución del conflicto para establecer las estrategias de comunicación más apropiadas para tratarlo. Debe conocerse:
Los rasgos personales de los implicados y la relación que les une.
El rol que cumple cada miembro dentro del grupo.
Las reglas y costumbres establecidas en el grupo.
Su estilo comunicativo.
Sus miedos.
La existencia de objetivos ocultos si los hubiere.
Tipo de conflicto.
Ambiente en el que se produce y evolución (posibilidad de comunicación abierta, si es habitual, si se han resuelto anteriormente satisfactoriamente)
FASE 2: Aceptación.
No significa transigencia o ceder simplemente. Tampoco significa indiferencia o desentenderse y hacer la vista gorda. Tampoco significa aprobación o adoptar y elogiar el parecer contrario. Si no que es una posición de respeto incondicional hacia las necesidades y pensamientos de la otra parte, reconociendo su derecho a tener su punto de partida. Igual que el nuestro que ha de ser reconocido en un principio aunque no se comparta.
FASE 3. Actitud:
Lo anterior debe traducirse en actitudes concretas activas visibles centradas en combatir las dificultades habituales. Evitar dejarse influir por la primera impresión que nos causa una persona o una grupo. Los prejuicios, esterotipos y expectativas que aplicamos sobre el comportamiento de los otros solo son nuestro punto de vista.
FASE 4. Acción:
Elegir el método. Los más habituales son:
Ocultación del conflicto: ignorarlo y continuar
Pactar en zonas ajenas al conflicto
Marginación y neutralización de los implicados
Uso de la autoridad Ruptura
Arbitraje
Mediación
Acuerdo por mayoría
Consenso
Negociación
FASE 5. Análisis:
A veces parece que el conflicto está resuelto pero no es así. Antes de darlo por resuelto hay que revisar una serie de cuestiones.
¿Se ha prestado la suficiente atención a cada una de las partes?
¿ Se pueden llevar a la práctica las medidas adoptadas de forma eficaz?
¿ Como se apreciarán los efectos a corto, medio y largo plazo?
¿Se han establecido indicadores?
¿Se han previsto los costes?
¿Se ha modificado de modo constructivo la relación entre las partes?
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